GORGONAS


En la mitología griega, las gorgonas (Γοργόνες) eran tres hermanas llamadas Esteno, Euríale y Medusa, hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto. De ellas la más conocida es Medusa, aunque era la única mortal de las tres. Según Hesíodo habitaban en el lejano occidente (que algunos autores antiguos situaban en la Península Ibérica), al otro lado del Océano, donde se encontraban los límites de la Noche. 
Aún así, para Homero la Gorgona es desconocida como figura mitológica, es solamente una cabeza fantasmal que vive en el Hades y la imagen que aparece en el centro de los escudos.
Según nos cuenta Ovidio, Medusa fue en un principio una ninfa de gran belleza, quien, castigada por unirse a Poseidón, dios del mar, en uno de los templos de la diosa Atenea, fue convertida en monstruo por la diosa.
Según otras versiones Atenea la convirtió en monstruo por atreverse a rivalizar con ella en belleza.

Las gorgonas eran descritas como seres monstruosos, con serpientes en lugar de cabellos, afilados dientes, lengua colgante y unos ojos que convertían en piedra a todo aquel que la mirase.

Medusa era la madre de Pegaso, el caballo alado, y de el gigante Crisaor, quienes nacieron de la sangre de su cabeza cortada, a pesar de haber sido fruto de su unión con Poseidón.

Medusa fue asesinada por el héroe Perseo, hijo de Zeus y Dánae.
Dánae, por su parte era hija de Acrisio, rey de Argos, a quien un oráculo había vaticinado que la muerte le llegaría a manos de su nieto, quien aún no había nacido.
Por esta razón, Acrisio encerró a su hija Dánae en una torre de bronce, lo cual no fue impedimento para Zeus, quien la sedujo en forma de lluvia de oro.
Así, cuando nació Perseo, Acrisio decidió arrojar al mar al recién nacido, junto con su propia hija, para o cual los encerró en un cofre, que navegó a la deriva hasta que Poseidón calmó las aguas y lo guió a la isla de Sérifos, donde madre e hijo fueron rescatados por el pescador Dictis.
Allí se crió Perseo, quien al llegar a la juventud, con motivo de la petición de Polidectes, el rey de la isla, de que sus súbditos aportasen regalos para su futura boda, Perseo prometió traerle como regalo la cabeza de la Gorgona Medusa. 
El rey accedió encantado pues ,por su parte, se había enamorado de Dánae y veía en ello la posibilidad de deshacerse del joven. 


Perseo sin embargo, sería protegido y guiado en su aventura por Hermes, el mensajero de los dioses y Atenea, la diosa de la razón.

Antes de nada, para saber dónde podía encontrar a la Gorgona, Perseo visitó a las tres Grayas. Éstas eran tres ancianas, hijas, como las gorgonas, de Forcis y Ceto, las cuales tenían un solo diente y un solo ojo para las tres, que iban usando por turnos. 

Sus nombres eran Dino, Enio y Penfredo ("terror", "horror" y "alarma").
 Para conseguir que le revelaran el paradero de la Gorgona, Perseo les robó el ojo y el diente, negándose a devolverlo hasta que las ancianas le revelasen aquello que deseaba saber. 
También visitó Perseo a las Ninfas de quienes recibió tres regalos: unas sandalias aladas, un casco que le haría invisible cuando lo llevase puesto y un zurrón.

Así, Perseo partió volando hasta los confines del mundo. Una vez allí, encontró a las tres gorgonas durmiendo, y ayudado por su escudo, utilizándolo como espejo para no tener que mirar a los ojos a la gorgona, por consejo de Atenea, cortó la cabeza a Medusa.
De su sangre nació pegaso, el caballo alado, en quien Perseo se montó inmediatamente para huir de allí, no sin antes guardar en su zurrón la cabeza cortada de la Medusa. 

Ésta se convirtió en un arma muy poderosa, con la que venció al monstruo que iba a devorar a la princesa Andrómeda, de la cual se enamoró.
 
Al volver a su tierra Perseo se encontró con que Polidectes se había dedicado a acosar a su madre, Dánae, en su ausencia, así que también utilizó contra él la cebeza de la Medusa, convirtiéndolo en piedra.
Finalmente la cabeza fue entregada a Atenea, quien la fijó para siempre en su égida (coraza de piel de cabra) o en su escudo.